Friday, December 24, 2010

Mañana Campestre

Sábado primaveral a las 10 y pico de la mañana. Me despertaba solo y caminaba hasta la cocina. Escuchaba a papá y mamá en el patio, que estaban sentados tomando mate alrededor de la mesita blanca. Me acercaba hasta la puerta y el aire me pegaba en la cara mientras hacia ruido en las hojas de los árboles. Ellos estaban a la sombra, me preparaban una Zucoa fría y empezaba el fin de semana ideal de mi niñez.
Semana a semana, mes a mes, pero el mismo viento se lo iba a llevar.
Hoy salgo por la misma puerta, y el aire golpea de igual manera mientras los árboles se hacen escuchar.
Pero ahí no hay nadie, ya no hay dónde sentarse, ya no hay con quien hablar.
Y ahí se me escapa un sueño de algo que alguna vez pueda volver a pasar,
en una mañana a la que hoy es demasiado distante, pero de eso se trata soñar.
Y de eso se trata añorar, que nos pese el valor de lo que no volverá jamás.

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